30 septiembre 2009
27 septiembre 2009

Acaba de editarse el Nº 6 de nuestro periódico impreso de distribución gratuita.
SUMARIO:
• Treinta años sin Masotta – Exequiel Jiménez
• El acontecimiento Masotta – Omar Asan
• Presentación del libro En torno de las identificaciones. Claves para la clínica de Germán García – Luis Seiffe
• Germán García, Ciudadano Ilustre de San Miguel de Tucumán
• El diagnóstico en psiquiatría y psicoanálisis – María Teresa Pérez
• Presentación del libro Psicosis. Lo clásico y lo nuevo, de Silvia Elena Tendlarz – Andrea Fenik
• Una vuelta a Roger Caillois vía la expansión de Jacques Lacan – Ofelia Wyngaard
• Conferencias Porteñas, Tomo 1 de Jacques Alain Miller
• 1984: Conferencia de Jacques Alain Miller en Tucumán – Lucrecia Russo
• Agenda de Actividades 2009
25 septiembre 2009
El IOM en el país

Durante el mes de Octubre viajarán a:
Bahía Blanca, Miguel Furman; Bariloche, Graciela Ruiz; Jujuy, Marcelo Marotta; Junín, Germán García; Mendoza, Celeste Viñal; Pergamino, Deborah Rabinovitch; Salta, Carlos García; San Juan, Fernando Vitale; Santiago del Estero, Alejandra Borla; Tucumán, Adriana Testa; Comodoro Rivadavia, Liliana Cazenave; Escobar, Rafael Skiadaressis e Inés Spunt; Mercedes, Gustavo Sobel; Posadas, Pablo Russo; La Plata (AL), José Matusevich; La Plata (AP), Germán García; Ushuaia (CEPU), Stella Palma.
Stella Palma
Secretaria IOM
23 septiembre 2009
5ª Jornadas de los CID del NOA
"Las facultades y la educación del analista"
Con la presencia de Angélica Marchesini
(Directora del CID-Tucumán, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana)
22 septiembre 2009
Raros psicólogos argentinos

El autor examina lo que llama “la excepción psicológica argentina”, donde “el psicólogo y la psicología ocupan, en la vida cultural, un lugar incomparable con el que tienen en otras partes del mundo”, en el marco de “una posición hegemónica del psicoanálisis”.
Por Alejandro Dagfal *
En la Argentina, el psicólogo y la psicología tienen un relieve muy particular. El lugar que ocupan en la vida cultural, el campo profesional y el ámbito académico sería difícilmente comparable al que detentan en otras partes del mundo. En otras latitudes, el psicólogo suele ser visto como un personaje lejano y misterioso, asociado al trabajo en laboratorios experimentales o a la administración de complejas pruebas. El “atenderse” con un psicólogo suele ser considerado como un recurso extremo, que sólo se justifica en caso de patología grave. Por ende, quien consulta a un psicólogo no lo cuenta alegremente, como quien dice que va al gimnasio o al supermercado. En nuestro país, sin embargo, el psicólogo y la psicología se han integrado plenamente al paisaje de lo cotidiano, dejando huellas de su presencia en el lenguaje y en las costumbres de una buena parte de la población urbana.
Al mismo tiempo, en el imaginario social, el personaje del psicólogo está íntimamente ligado al del psicoanalista, lo cual pone de manifiesto el impacto que han tenido la teoría y la práctica freudianas, tanto en la popularización de la psicología como en la formación del psicólogo. Sin embargo, esto que hoy se nos presenta con el carácter de lo obvio no deja de ser un verdadero problema histórico, más aún si se considera que, en nuestras costas, el psicoanálisis comenzó siendo una disciplina eminentemente médica, cuya asociación oficial no admitió a los “profanos” durante más de tres décadas. Por otra parte, el psicólogo no estuvo legalmente habilitado para practicar “la cura por medios verbales” hasta entrada la década de ’80. De modo que esta estrecha relación entre psicología y psicoanálisis, que ha servido de base a la formidable expansión de todo tipo de dispositivos clínicos, más que un postulado de base es el resultado de un proceso que necesita ser explicado.
Hoy en día, según estadísticas recientes, hay en la Argentina más de 60.000 psicólogos matriculados, entre los cuales se encuentra el autor de estas líneas. Por otra parte, en estos momentos, más de 63.000 alumnos están estudiando psicología en alguna de las diez carreras que existen en las universidades públicas, si es que no lo hacen en alguna de las que se dictan en universidades privadas, que ya son más de treinta. Ante semejante panorama, podría pensarse que la psicología argentina tiene una historia muy larga. Si bien es cierto que, como materia de conocimiento, ya tiene más de un siglo entre nosotros, en lo que respecta a su faz profesional se trata de una disciplina muy joven. De hecho, los primeros psicólogos empezaron a recibirse a principios de la década de 1960. Dicho de otro modo, ese profesional tan sui generis que es el psicólogo argentino es un invento reciente que aún no ha cumplido cincuenta años. Sus rasgos característicos, que durante un largo período parecieron ser estables y definidos, se constituyeron en realidad en un lapso relativamente corto. Sin embargo, en el presente, esos rasgos están modificándose aceleradamente, de tal suerte que no resulta tan simple vislumbrar qué será del psicólogo en nuestro país durante el siglo que se inicia. No obstante, si bien es imposible predecir el futuro, el examen del pasado puede aportar algunos elementos de juicio susceptibles de enriquecer los debates más actuales.
Seres excepcionales
Una rápida mirada al período 1942-1966, signado en el plano internacional por el panorama de la segunda posguerra, permite identificar algunos factores comunes y otros idiosincráticos del “caso argentino”. En efecto, durante esos años, al igual que en el resto del mundo occidental, en la Argentina tuvieron una amplia difusión los discursos de la salud mental, que venían a reemplazar el viejo higienismo, echando mano del psicoanálisis y las ciencias sociales. En un marco convulsionado, en el que se hacía necesario repensar los fundamentos mismos de la vida en comunidad, la psicología se nutrió de esos aires de cambio y de transformación social, desarrollando enfoques clínicos y preventivos basados en ese nuevo paradigma. Sin embargo, en el resto del mundo, las carreras de psicología que comenzaron a crearse en esa época abrevaron también en otras fuentes teóricas, que nunca llegaron a impactar de lleno en la Argentina. En general, las perspectivas objetivistas –en las cuales se basaban las diferentes psicologías consideradas “científicas”– jamás consiguieron implantarse de manera extendida en el Río de la Plata. Luego de la posguerra, mientras que en los ámbitos académicos de Europa y Estados Unidos comenzaban a reinar concepciones experimentales basadas en supuestos naturalistas o neopositivistas, en la Argentina la psicología se consolidaba como una disciplina de la subjetividad, más vinculada con el psicoanálisis, la filosofía y los debates políticos e intelectuales que con los circuitos internacionales de las ciencias psicológicas.
Lo inusitado del caso argentino es que esta posición hegemónica del psicoanálisis, una vez instaurada, nunca fue amenazada por otros modelos teóricos (al menos hasta los años ‘90). Por el contrario, el psicoanálisis en las carreras de psicología de otros países como Francia y Brasil –en los que conservó un arraigo importante después de los años ’60–, siempre debió disputar espacios con las vertientes consideradas científicas, que dominaban –y aún hoy lo hacen– en la mayoría de los organismos de investigación y en las instancias de decisión universitarias.
En nuestro país, después de la reacción antipositivista de los años ’30, las corrientes experimentales o naturalistas de cualquier signo apenas si lograron implantarse con fuerza en algunas universidades (no en las más grandes) y en ciertas instituciones no universitarias. En todo caso, luego de algunos debates iniciales, producidos entre fines de los 50 y principios de los 60, esas corrientes no tuvieron mayor incidencia en el perfil profesional del psicólogo. Contra la voluntad explícita de muchos de los fundadores de las carreras, los psicólogos argentinos permanecieron relativamente apartados de los circuitos de investigación durante varios lustros, al tiempo que, a partir de posiciones “de inspiración psicoanalítica” más o menos kleiniana, se volcaban masivamente a la práctica clínica privada y al trabajo en otras áreas (educación, orientación, prevención) en instituciones diversas.
Otro rasgo paradójico de este proceso en la Argentina es que el psicólogo fue adoptando este perfil tan particular sin tener ninguna conciencia de su propia excepcionalidad. Ya sea que se identificara con Sigmund Freud o Melanie Klein, con Jean Piaget o Daniel Lagache (o con una extraña mezcla de algunos de ellos, que sumaba también a otros autores), por lo general, el psicólogo argentino promedio –al menos en esa época– tendía a pensar que sus propias creencias eran algo así como una norma universal. En todo caso, no se trata de condenar ese estado de situación ni tampoco de idealizarlo como si fuese una especie de paraíso perdido.
¿Qué sucedió en el desarrollo de la psicología local que tanto la diferenció de sus homólogas extranjeras? ¿Por qué la psicología se expandió en buena parte del mundo como una disciplina científica con pretensiones de objetividad, mientras que en la Argentina se convertía en una disciplina de la subjetividad? ¿Qué pasó en nuestro país con las psicologías llamadas científicas, que luego de orientar los pasos de los fundadores de las carreras desaparecieron casi por completo durante más de tres décadas? ¿Cuáles fueron las condiciones que permitieron la entrada del psicoanálisis en la universidad y en las instituciones del sistema de salud? ¿Cuáles fueron las causas y las consecuencias de su largo reinado, tanto en el plano académico como en el profesional?
Es claro que todos estos interrogantes, que no son de por sí originales, no podrían ser respondidos por una sola persona ni en un único libro. No obstante, he tratado de abordarlos a partir de una hipótesis más general, según la cual la “excepción cultural francesa” sería susceptible de contribuir a la comprensión de la “excepción psicológica argentina”. Según esa hipótesis, el tipo de desarrollo que tuvieron las disciplinas psi en el período 1942-1966 puede entenderse más fácilmente en la medida en que se lo sitúe en el marco de procesos de más largo alcance, ligados a la importancia que ha tenido la recepción del pensamiento francés en nuestro país.
Anclao en París
El hecho de privilegiar la relación entre París y Buenos Aires para pensar “la invención” del psicólogo en la Argentina implica que hubo ideas que se transmitieron, que circularon entre esas dos capitales. Hubo textos que se leyeron, que se recepcionaron y tuvieron sus efectos. En todo caso, protagonistas como Enrique Pichon-Rivière, José Bleger y Oscar Masotta, al privilegiar a autores como Daniel Lagache, Georges Politzer y Jacques Lacan, no iban a hacer más que transitar por una vía que, en nuestro país, ya tenía una larga historia.
Sin embargo, habría que precisar que la lectura de un texto, realizada o no en un país periférico, nunca es una copia fiel del original. La operación de lectura no implica una reproducción pasiva, sino una apropiación activa, que interpreta el modelo a partir de la situación particular en la que se halla el lector. Por ejemplo, la recepción argentina de la obra de Lagache incorporó una dimensión que no existía en absoluto en la obra de ese autor. En nuestras tierras, esa forma francesa de entender la conducta debió articularse a su vez con una concepción inglesa del inconsciente, derivada de las ideas de Melanie Klein. En ese sentido, si bien se ha dicho muchas veces que la Argentina es un espejo de Europa, habría que agregar que se trata de un espejo singular y caprichoso, que deforma todo aquello que refleja según su propia perspectiva.
* Psicólogo e historiador. Texto extractado del libro Entre París y Buenos Aires. La invención del psicólogo (1942-1966), de reciente aparición (ed. Paidós).

Para otra cosa

El psicoanálisis entre las vanguardias.
Al final de su enseñanza Jacques Lacan se refirió de manera explícita a su rechazo del surrealismo y su interés por el dadaísmo (no hay que olvidar que uno de estos últimos afirmó "el pensamiento nace en la boca").
Se puntualizará el recorrido de Lacan en relación a estos temas y en conexión con algunas de las nociones que elaboró a partir de su lectura de James Joyce.
CONFERENCIA DE GERMÁN GARCÍA
Viernes 25 de septiembre 19hs
en el Centro de Investigaciones Artísticas
Tucuman 3754 (Buenos Aires)
Confirmar asistencia al mail: eventos@ciacentro.org
Entrada libre y gratuita hasta agotar capacidad de la sala
21 septiembre 2009
20 septiembre 2009
Presentación del libro “En torno a las identificaciones. Claves para la clínica” de Germán García. Otium Ediciones 2009.

Este libro es el resultado de un curso que Germán García diera en Tucumán durante el año 1987, en el marco de la Asociación de Psicoanálisis de Tucumán, pero su actualidad es sorprendente.
En efecto, recortado por dos grandes temas que son la identificación en psicoanálisis y la psicosis, el libro propone, a la vez un recorrido por numerosos temas que, nadie puede dudarlo, son la materia misma de la práctica del psicoanálisis.
Y me parece que esos temas centrales no podrían describirse y precisarse sin aludir —a veces como al pasar— por los puntos centrales de la formación del analista, a saber y sobre todo, el deseo y el acto del analista, cuestiones que se desprenden de los textos de Sigmund Freud y Jacques Lacan y que son decisivas para entender qué se jugaba en Tucumán en aquellos tiempos, pero que, al mismo tiempo, constituyen el eje por donde transcurre todo análisis.
Quienes asistimos a este curso, vemos al recorrer las paginas de la cuidada edición de Otium, reaparecer muchos momentos de esa experiencia, cuya pérdida, nos convierte en los practicantes del psicoanálisis que hoy somos.
Recuerdo —para mi sorpresa personal— que esta última expresión, que escuché por primera vez a Germán, funcionó para mí como una cuidada interpretación. Ser analista ya no se trataba de una cuestión del ser (como el inexperto metafísico que entonces era había creído) sino que era una práctica, “un cierto tratamiento de lo real por lo simbólico” como afirma J. Lacan en el Seminario XI y no un estado, una genealogía, ni ninguna carta de nobleza, sino mas bien un “saber hacer” pragmático, que se guiaba por los principios de un saber expuesto, razonado y discutido.
Esto es claramente algo que verán todos los que acudan a este libro: Germán García no sólo no es un infatuado, sino que también se coloca con generosidad en cuanto a fundamentar, compartir, y discutir (a veces duramente) un saber. Ese saber está sostenido en referencias explicitadas y declaradas. No en vano el índice de autores mencionados acumula mas de 130 menciones, aparte de Freud y Lacan, de metafísicos, sociólogos, filósofos, científicos, lingüistas, cantores populares y políticos.
Porque el saber no es sagrado, Germán se mueve entre esas referencias con una comodidad irreverente que, sin embargo, sabe sacar las consecuencias de muchos enunciados articulándolos en una lógica que, aunque se vale de la lógica formal, sin embargo responde sin dudarlo a lo que Miller ha llamado “lógica del significante”, es decir, un modo donde nuestros decires, mas que nuestros dichos, van situando la posición que, como sujetos, sucesivamente ocupamos.
Como afirma el mismo Germán en el libro: “El mundo es muy roussoniano” destacando la inocencia supuesta de la infancia, que se ve obligada a transformarse en opacidad subjetiva por un suceso del que nadie quiere acordarse. Esta concepción, tan agudamente anotada, era una advertencia para quienes nos planteábamos formarnos como practicantes del psicoanálisis en aquellos años. Se trata —continúa Germán— de advertir la paradoja “que lo que se vende como liberación es en verdad una represión absoluta”. Afirmaciones de este tipo aniquilaban nuestra supuesta inocencia, la que se expresa en “no poder”, “no saber”, “no estar advertido” y nos precipitaban a la dimensión del deseo, donde nada es gratis pero tampoco es fácil.
Agradezco a Germán, en nombre de todos los que escuchamos de verdad esas palabras, haberlas dicho, en ese momento.
Mas allá de los temas de curso, que son muchos y variados y que explican con toda claridad no exenta de buen humor, los conceptos de Freud, Lacan, Levi Strauss, J.-A. Miller y tantos otros, lo que me gustaría destacar es la enunciación de los mismos. Ese atractivo de la enseñanza oral que muchas veces se pierde en el momento de su publicación, aunque de ellas siempre quedan rastros en lo escrito.
Se ha dicho (lo ha hecho J.-A. Miller) que en Germán, su agalma, su atractivo escondido es el apetito que “lo hace estar siempre despierto, de tal manera que uno se siente a veces muy lento al lado de Germán García y creo que ese apetito es cierta voracidad que a veces hace que las personas teman ser devoradas, produciendo, en ciertos casos, movimientos de rechazo, de alejamiento”.
Debo manifestar un cierto desacuerdo con Miller: esa idea tan maternal de una devoración nunca me pareció muy precisa.
Por el contrario, quienes abran este libro, verán otra cosa. El orden de desarrollo de las cuestiones, las preguntas pertinentes, la falta de cuidado para evitar digresiones, el gusto por el detalle y las síntesis deslumbrantes (los famosos esquemas que se van desplegando a lo largo de todo el libro) marcan, me parece, el devenir de alguien que ya no tiene hambre, sino que se deleita con lo que expone, sin que eso afecte la claridad ni la lógica de la exposición misma.
Y, para terminar, ¿qué decir de nosotros, los que lo escuchábamos en esa época?
El efecto que causó —a pesar de las inevitables deserciones, no somos todos los que éramos, ni estamos todos los que fuimos—, es que no sólo a través de su enseñanza, sino también de esa actividad mas escondida y silenciosa que es un análisis, nos precipitó (en algún tiempo de manera un poco manierista) a situarnos como practicantes del psicoanálisis a secas y, en algunos casos, a terminar eso que habíamos empezado por aquella época.
Encuentro en este curso, rastros de esa causa que Germán ha sido para algunos de nosotros, encuentro su claridad para plantear los problemas, su generosidad para desarrollar sus soluciones. Encuentro asimismo, que, acogiendo lo más real que nos habitaba, Germán, supo transformarlo en una manera de moverse en la vida que en cada uno se manifiesta de manera singular.
Hay otra afirmación en ese libro que me gustaría recordar. Dice Germán: “Entonces, ¿qué es un acto? Podemos decir que es aquello que cambia, que corta el pasado y el futuro”.
Y, en verdad, si observamos las caras y expresiones de los jóvenes presentes en esta mañana, si vemos a los asistentes a los cursos de la Asociación Freudiana de Psicoanálisis, del Instituto Oscar Masotta, a los que trabajan en Atención Analítica, y en la Editorial Otium, entendemos que, retroactivamente, un acto de enseñanza se ha producido.
Espero que al leer este libro descubran, como yo mismo lo hice, que no convoca a ninguna nostalgia, sino a situarnos en el presente, con un deseo decidido por venir.
Tucumán, 12 de septiembre de 2009.
16 septiembre 2009
15 septiembre 2009
Épico y extraño

La Voz del interior
Córdoba, Jueves 10 de setiembre de 2009
El domingo 13 se cumplirán 30 años de la muerte de Oscar Masotta, un autor inclasificable y fundamental en el campo del arte y el psicoanálisis argentinos.
Marcos Vidable
Especial
En La operación Masotta, Carlos Correa cuenta una anécdota iluminadora. A mediados de la década de 1950 Oscar Masotta y él solían ir al cine con frecuencia. A ambos les interesaban ciertos "mitos cinematográficos", pero uno de ellos, el de "el hombre que se va", les llamaba la atención en particular: los "individuos épicos". Personajes que llegaban a un "pueblo o a una pequeña ciudad y la depuraban e introducían e implantaban justicia e instituciones y fundaban o deshacían o recomponían jerarquías y eran amados por una bella mujer y que, una vez concluida su especie de misión, se iban, solos". A su modo, quizá ignorándolo, Oscar Masotta representará en su vida a uno de esos "individuos épicos" que admiró hasta el final.
1965 es un año particularmente importante en la trayectoria intelectual de Masotta, puesto que tiene el mérito de exhibir, de forma resumida, sus movimientos, su curiosidad y sus múltiples intereses. En pocos meses el ensayista publica su primer libro, Sexo y traición en Roberto Arlt (del cual hace una presentación extraordinaria con la lectura de "Roberto Arlt, yo mismo"); su primer artículo dedicado al psicoanalista Jacques Lacan; y dicta conferencias sobre arte pop en el Di Tella.
Crítica literaria, psicoanálisis, arte pop. Pero eso no es todo: a pesar de no tener ningún titulo universitario, es nombrado investigador con dedicación exclusiva en la Facultad de Arquitectura de la UBA y dicta, ese año, cursos sobre semiótica y lingüística. No es fácil encontrar un intelectual tan versátil como Masotta, ni siquiera en las décadas de 1960 y 1970, que él ayudó a definir como pocos con sus publicaciones, grupos de estudio, clases y fundaciones. Veamos.
Primer movimiento. Bajo el título de Sexo y traición en Roberto Arlt reúne artículos que dialogan especialmente con los de sus ex compañeros de la revista Contorno (1953-1959) y su proyecto es recolocar la obra de Roberto Arlt a partir de las contribuciones del existencialismo sartreano: la clase media, la delación y la sociedad alienante son sus preocupaciones primordiales. Pero poco antes de publicar este libro, Masotta ya había comenzado a desplazar del centro de sus preferencias a Sartre, pensador faro para él y los demás contornistas.
Sartre dividía aguas y los más íntimos amigos de Masotta, Carlos Correas y Juan José Sebreli, no le perdonarán sus nuevos intereses teóricos (Levi-Strauss, Barthes, Lacan) y terminarán por distanciarse. Lo acusan de perseguir, ciegamente, la moda. Mucho tiempo después, todavía molesto, Sebreli declarará: "No es casual que en la década de ‘50 fuera existencialista, en los ‘60 estructuralista y luego lacaniano. Estaba siempre en la cresta de la ola". Otros intelectuales lo acusaban de lo mismo.
Segundo movimiento. El 12 de febrero, en el salón de Artes y Ciencias de Buenos Aries, Masotta debía presentar su propio libro por una sugerencia de su editor, Jorge Álvarez. Debía ajustarse a la amabilidad obligatoria de esos eventos, y aceptar, antes de los agradecimientos y los aplausos, algunas preguntas del público. Debía mostrar, siempre, dominio sobre su obra. Pero decide salirse del camino, nuevamente: lee "Roberto Arlt, yo mismo" y convierte el género "presentación de libro" en una de las bellas artes.
Texto íntimo, guiado por la pregunta "quién era yo cuando escribí ese libro" más que por suposiciones comprobadas, le permite a Masotta abrir su biografía: su deseo de ser escritor de ficción, la muerte de su padre, la locura, los intentos de suicidio, la falta de dinero, los autores descubiertos en esa época. Aunque hacia el final comente que está ordenando notas para escribir un trabajo autobiográfico más extenso, no volverá a experimentar de nuevo con esta forma de escritura. Para Ricardo Piglia, para Osvaldo Lamborghini, entre otros, en "Roberto Arlt, yo mismo" se halla lo más sobresaliente de su obra.
Tercer movimiento. "Arte pop y semántica" es el título de las conferencias que dicta Masotta en el Instituto Di Tella en setiembre de 1965. Dos años más tarde, en 1967, esas charlas, con escasas modificaciones, integrarán el libro El pop art. Allí analiza la obra de los artistas del pop estadounidense, pero también la producción de artistas locales (Minujín, Renart, Puzzovio, Squirru). En el prólogo se pregunta si lo que escribió aún tiene vigencia, ya que buena parte de las obras que analizaba sólo las conocía por medio de reproducciones fotográficas. Luego de viajar por Europa y Estados Unidos (en 1966 y en 1967), y de tomar contacto directo con obras y autores (Lichtenstein, Warhol), se responde que sí, que sus "fantasías" acerca de las obras resultaron ser bastantes realistas.
En 2004 Ana Longoni preparó una imprescindible recopilación de los trabajos que Masotta escribió sobre cuestiones artísticas, nunca reeditados hasta ese momento (Revolución en el arte, Edhasa, 2004). Durante años buena parte de la crítica especializada no le prestó atención a esos análisis que aún conservan su vigencia.
Cuarto movimiento. "Lo que estoy estudiando en este momento es Freud, y no Arlt. Por otra parte hace tiempo que no releo a Arlt", dice Masotta en la presentación de Sexo y traición en Roberto Arlt. El 12 de marzo de 1964 en el instituto de Pichón Riviére había leído una comunicación que llegará a ser muy comentada: "Jacques Lacan o el inconsciente en los fundamentos de la filosofía".
El año siguiente esa comunicación será publicada en el número 9 de la revista de izquierda Pasado y Presente. Este movimiento tiene sus rarezas también. El crítico que difunde la obra de Lacan en nuestra lengua no es una autoridad reconocida en el medio psicoanalítico y la revista en la que aparece el artículo no es una publicación institucional o especializada. Estos hechos no son frecuentes en un momento en que los médicos de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) acaparan el saber y las prácticas analíticas. Un lego difundiendo a un analista francés ignorado es un hecho que no pasará desapercibido para los profesionales de la salud mental, que encontrarán en Masotta a un nuevo guía.
Para Hugo Vezzetti, Masotta "favorece la ruptura del monopolio de la asociación psicoanalítica local", pero a la vez quedará preso de la institución que fundará para difundir el psicoanálisis lacaniano. Dejará de ser un intelectual que se sirve del psicoanálisis para convertirse en un psicoanalista. Pensando en esto, Diego Peller se preguntaba: "¿Acaso el abandono de la literatura por la política es un problema para la literatura, pero su abandono por el psicoanálisis no?".
A finales de 1974, luego de fundar la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Masotta parte para Europa. En España continúa con la difusión del psicoanálisis hasta sus últimos días. El 13 de setiembre de 1979 muere, víctima de un cáncer, el inagotable "individuo épico" que Carlos Correa describía y, a veces, extrañaba.
Mesa debate
Mañana a las 18, en el Salón Rojo del Cabildo, se llevará a cabo la mesa debate "Oscar Masotta: el psicoanálisis, las vanguardias y la historieta". Intervenciones de Lucas Berone, Cristina Rocca y César Mazza.
“Poesía y testimonio de una generación”
Museo de la Universidad Nacional de Tucumán
Sábado19 de setiembre 21:30 hs.
“AJENOS AL VECINDARIO”
MAÍSI COLOMBO (poesía)
MANUEL MARTÍNEZ NOVILLO (poesía)
RICARDO EZEQUIEL GANDOLFO (poesía)
ROGELIO RAMOS SIGNES (poesía y presentación)

Música incidental: Ernesto Klass
Canciones: Michael Stuar
Entrada libre y gratuita.
Al finalizar, vino de honor.
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La poesía tucumana contemporánea se expresa en el libro "Ajenos al vecindario"
Domingo 13 de Septiembre de 2009 | Una antología con poemas de Maísi Colombo, Ramos Signes, Gandolfo y Martínez Novillo.Maísi Colombo, Ricardo Gandolfo, Manuel Martínez Novillo y Rogelio Ramos Signes afirman que la edición conjunta de sus poemas en la flamante antología "Ajenos al vecindario" no significa el bautismo de movimiento o corriente alguna. "El propio título lo sugiere: no somos parte de ningún vecindario", apunta Martínez Novillo, en diálogoco con LA GACETA.
Reconocen, sí, que lo que los une desde la década de 1980 es "el gusto por la poesía, la convicción de que para escribir poesía hay que tener mucha prosa leída- no sólo poesía - y una forma compartida de mirar el mundo". Los cuatro reconocen que en el presente se lee poca poesía. Y Gandolfo lo explica así: "Hay una idea de la utilidad que complica las cosas. La gente no goza por gozar: por eso la gente casi no lee poesía".
Gandolfo, Colombo, Ramos Signes y Martínez Novillo, que ya llevan 40 años en el oficio de escribir, presentarán "Ajenos al vecindario", que editó "Ultimo reino", el sábado, a las 21.30, en el MUNT.
El recital "Poesía y testimonio de una generación" es organizado por "Jo.E.Tuc. a 25 años", y por el Departamento de Egresados y Bienestar Estudiantil de la Facultad de Filosofía y Letras (UNT) con acompañamiento musical de Ernesto Klass.
De los cuatro autores, sólo Ramos Signes puede ser definido como "escritor profesional", si bien todos tienen una profusa obra poética publicada: Colombo es escribana y Gandolfo y Martínez Novillo son psicoanalistas. Sin embargo, ellos, que escriben desde los años 60, tienen un largo camino compartiendo recitales poéticos, con un frustrado precalentamiento en el ex Grand Hotel y una primera lectura más exitosa, en octubre de 1983, a fines de la dictadura. De ese recorrido común también quedan, como testimonios de la literatura tucumana en la segunda mitad del siglo XX, los cuadernos de poesía, en los que también resuenan otros nombres, como los de Juan González, Arturo Alvarez Sosa y Mario Romero, muerto en el exilio sueco, y Víctor Fernández Esteban.
Imágenes y palabras
En el prólogo a "Ajenos al vecindario" ha escrito Fátima Gatti que Maísi Colombo "corre detrás de las palabras, las ajusta, las moldea y las acomoda; las usa como puertas que se abren a los hechos y a las imágenes". "Martínez Novillo, en cambio, nos cuenta su historia en la que las palabras son simples obreras, melancólicas, de relatos a veces narrados con una ingenuidad aterradora y otros con sofisticada brutalidad, pero siempre en tono de recuerdos", continúa Gatti.
De Ricardo Gandolfo y de Rogelio Ramos Signes, afirma que, "aunque de manera diferente, parten desde la imagen hacia la palabra: la historia es el pasillo, recto o intrincado, oscuro o luminoso...con ellos nunca se sabe hasta que no se los transita...".
14 septiembre 2009
13 septiembre 2009
30 años
12 septiembre 2009
"En Tucumán la autoridad no funciona en red, sino mediante cierto caudillaje"
El psicoanalista y docente recibirá hoy en la Facultad de Derecho una distinción de la Municipalidad capitalina. El director de la revista "Descartes", que tiene arraigados lazos con esta provincia, señala matices de lo que él llama "la ciudad de los sublemas". No delegar.
PERSPECTIVA. García dijo que saber delegar es muestra de autoridad.
García es Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela de Orientación Lacaniana, presidente de la Fundación Descartes, transmisor de las enseñanzas de Freud y de Lacan en todo el mundo y becario Guggenheim por "La Presencia del Psicoanálisis en los debates culturales. El caso argentino" .
En su vasto currículum (en el que también se destaca su interés por la literatura) sobresale una larga relación con las provincias del NOA, como transmisor del psicoanálisis: el libro que editó Otium y que se presenta hoy, recoge las enseñanzas de García en la provincia, entre 1986 y 1991. En diálogo con LA GACETA, antes de su llegada a Tucumán, el psicoanalista evaluó que lo que él observa en los grupos psicoanalíticos tucumanos responde a que en esta provincia "se ha desarmado el tejido de la vida pública".
-¿En Tucumán hay más divisiones que en otras provincias en los grupos psicoanalíticos?
- Sí, seguro, mire, conozco todas las provincias. Lo que noto es que en Tucumán la autoridad no funciona en red, sino mediante cierto caudillaje. Por supuesto, ese no es un problema exclusivo del psicoanálisis. La gente se aglutina en torno a la cabeza de alguien. En Buenos Aires yo estoy en la Escuela de Orientación Lacaniana, y de un modo u otro, el que tiene ganas se hace ver un poco por la pasarela, un rato. En Tucumán es muy difícil organizar una cosa así, porque toda delegación de autoridad implica que el que delega luego colabore. Y eso no pasa en Tucumán. De un grupo que yo conocía, prácticamente cada uno de ellos formó un grupo. Hay algo así de lo que yo llamo "el sublema", y lo digo con toda simpatía. Yo aprendí en la vida que a mí me conviene delegar algo en otros, y después esperar que los otros reconozcan la delegación; eso me da más autoridad que sostener yo la autoridad todo el día. Porque eso me obliga a estar despierto todo el día, ya que si me duermo me pegan un palo. Delegar no es sinónimo de debilidad...
- Es saber abrir el juego...
Exactamente. Y yo he visto que en Tucumán no hay manera de abrir el juego pacíficamente; que es muy difícil instaurar reglas. Tucumán es una provincia por la cual tengo mucha simpatía. Me pregunto qué pasó con la provincia que, en términos universitarios, era la tercera de la Argentina. Me han explicado de las migraciones, de los cierres de ingenios... En Buenos Aires convivimos muchísimos grupos analíticos, pero no vivimos uno de la crisis del otro. Pero ahora hemos organizado (en Tucumán) el Centro de Investigación y Docencia (CID Oscar Masotta) y veo que la situación está mejor. Una señal es la flamante editorial "Otium".
-¿Cuál es el malestar de la clase media en la Argentina de hoy?
- No existe como entidad la clase media con un mismo malestar. Nosotros nos cuidamos de hablar de sujetos colectivos. Por ejemplo, la disputa del campo con el gobierno, o la euforia de la Rural, de la clase media que apoyaba a esa gente, era la amargura de la otra parte. Cuando hay un "Boca - River", una parte sale festejando, y la otra sale llorando.
- ¿Cómo analiza a los grupos Carta Abierta y Aurora?
- Goulder dice que lo que hay que observar no es qué argumenta un intelectual; que lo que hay que analizar es dónde quiere ubicarse con lo que dice. El intelectual es una clase social dedicada al saber, que tiene como oficio a veces la enseñanza, el periodismo... Hay intelectuales que les escriben los discursos a los políticos. Los hay como Grondona, a quien tanto le gusta el latín, que escribió la proclama del golpe de Onganía. En cuanto a Carta abierta y Aurora, si hablamos de sensibilidades, mis amigos están por el lado de Carta abierta. Me invitaron y les dije "no gracias", no hago declaraciones colectivas. No quiero ubicarme en ningún lado; me dedico al psicoanálisis.
11 septiembre 2009
A TREINTA AÑOS DEL FALLECIMIENTO DE OSCAR MASOTTA

“Tuvo que intervenir con prisa”

Por Germán García
Oscar Masotta había nacido en Buenos Aires el 8 de enero de 1930 y murió en Barcelona el 13 de septiembre de 1979, unos meses antes de cumplir los cincuenta años. En cierto sentido había empezado un poco tarde (publicó su primer libro a los treinta y cinco años) y tuvo que intervenir con prisa en diferentes momentos de la cultura de Buenos Aires para producir períodos que no se confundirían con los que dictaba la política del país.
Dante, a los treinta y cinco años, se encontraba en una selva oscura. Oscar Masotta empezaba a salir de una selva similar en la que se había extraviado unos años antes, cuando en poco tiempo se encuentra separado de su primera mujer, muere su padre y hace un intento de suicidio. Esto ocurría en 1960, aunque dos años antes se había casado, había vuelto a relacionarse con la facultad a través de la revista Ruba que dirigía José Luis Romero y dirigía con Jorge Lafforgue una colección de literatura argentina auspiciada por la Secretaría de Cultura de la Nación.
La fortuna familiarRoberto Arlt, yo mismo habla del rechazo que experimentaba Oscar Masotta frente al mito de la “clase media”, con sus valores de moderación, sacrificio y estudio. Esa vida entre, de los que se conformaban con no ser ni ricos ni pobres, ni vulgares ni refinados, ni cultos ni analfabetos. La diosa fortuna no lo había favorecido: su infancia había transcurrido entre Caballito y Villa Luro. Su familia llegó hasta Villa del Parque. Parecía haber aceptado su destino: se recibió de maestro en la Escuela Normal Mariano Acosta, pero la ocurrencia de la hispanofrancesa Elena de Souchère, que había publicado en Les Temps Modernes un artículo titulado “¿Dieu est-il antiperoniste?”, se convirtió en una jugada de la suerte que le cambió la vida. En una escuela de barrio, Oscar Masotta propuso una redacción que tendría que responder a la pregunta “¿Dios o Perón?”. Esto ocurrió un poco antes de la Revolución Libertadora de 1955, en pleno enfrentamiento entre Perón y la Iglesia, y fue una ocurrencia inspirada en Elena Souchère que le costó el trabajo.
Por entonces ya había leído, además de a Sartre, a novelistas como William Faulkner y Ernest Hemingway. Quería ser escritor y llegó a escribir algunos relatos y poemas.
Pero será el ensayo, ese género melancólico creado por Montaigne frecuente entre nosotros, lo que lo lleva a la revista Centro desde 1953. Poco después se encuentra en la revista Contorno, realizada por Carlos Correas, J. J. Sebreli, los hermanos David e Ismael Viñas, Noé Jitrik, Adolfo Prieto, León Rozitchner, Ramón Alcalde, Adelina Gigli y otros.
Sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras, comenzados antes de los veinte años, le habían facilitado la pertenencia a un grupo que llegaría a gravitar de manera decisiva en la cultura argentina. Grupo al que un crítico llamó “los parricidas”.
En 1955, con la caída de Perón, se integra al periódico Clase Obrera, del Movimiento Obrero Comunista, orientado por Rodolfo Puiggrós hacia un encuentro con el peronismo de la resistencia.
En 1956 se acerca de nuevo a la Facultad de Filosofía, en otro intento por obtener un título.
La carta forzada
La “crisis” de 1960, de la que hablé al comienzo, alejó a Oscar Masotta de sus amigos de antaño y lo llevó a frecuentar el psicoanálisis de manera más decidida. Ya en el número 13 de la revista Centro (1959) publica “La fenomenología de Sartre y un trabajo de Daniel Lagache”, donde en una extensa e inesperada nota se refiere a la importancia institucional, política y epistémica de Jacques Lacan. Hay que tener presente que los célebres Escritos de Jacques Lacan se publicarán en libro recién en 1966. Hasta ese momento circulaban en revistas especializadas. Según Oscar Masotta, fue Pichón Rivière quien le facilitó estas revistas. Y, en efecto, es el Instituto de Psiquiatría de Pichón Rivière donde dicta su conferencia “Jacques Lacan y el inconsciente en el fundamento de la filosofía” (editada un año después, en 1965, en la revista Pasado y Presente, de la ciudad de Córdoba).
En ese año publica su primer libro: Sexo y traición en Roberto Arlt. Libro donde se lee entre líneas el ajuste de cuentas con su familia y la conclusión de lo que había iniciado con la revista Contorno (que hizo de Arlt una contraseña de la distancia con Borges). Muchos años después, Masotta lo confirmó cuando me dijo que no abandonaría “su costumbre inveterada de no escribir sobre Borges”.
El libro sobre Arlt está dedicado a Renée Cuellar, una bella artista cuya capacidad para “crear” obras de diversos pintores era legendaria.
Una vez más la Universidad parecía venir a la ayuda de Oscar Masotta: junto al arquitecto César Janello, funda el Centro de Estudios Superiores de Arte de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, donde es nombrado investigador con dedicación exclusiva y organiza un seminario sobre lingüística y semiótica. En 1966, el golpe de Estado del general Onganía termina con el proyecto.
Masotta se refugia en el ámbito del Instituto Di Tella, donde dicta conferencias sobre arte pop y semántica. Viaja a Nueva York y por intermedio de Marta Minujin conoce a artistas pop, entre ellos George Segal y Roy Lichtenstein. En el Museo de Arte Moderno de Nueva York dicta conferencias sobre la plástica argentina de vanguardia.
En Francia se presenta con el mismo tema en el Instituto de Altos Estudios para Latinoamérica en la Universidad de París.
En el Di Tella forma un equipo con Roberto Jacoby, Eduardo Costa y Leopoldo Maler. Por el golpe de Onganía se retrasa un ciclo de Happenings, que serán realizados poco tiempo después. (Véase Revolución en el arte, compilación de Ana Longoni que reúne los trabajos de Oscar Masotta en este período, con un excelente estudio preliminar.)
Lacan, una salida
Cuando el 11 de diciembre de 1966 Jacques Lacan dedica sus Escritos a Oscar Masotta, revela conocer su trabajo por el psicoanálisis en Buenos Aires. Y esto en un momento que a los mismos analistas no les parecía evidente. Es que la base con la que contaba Masotta estaba formada por una mayoría de psicólogos, excluidos por derecho de la práctica del psicoanálisis. También había sociólogos, filósofos y lingüistas. No faltaban escritores y médicos. Para el psicoanálisis establecido era una bifurcación que no atentaba contra el monopolio de la “clínica”, verdadera base de la economía.
Pero Oscar Masotta quería convertir a los psicólogos en psicoanalistas, consecuente con Sigmund Freud, que se negaba a que el psicoanálisis fuese un capítulo de la psicología general. Y también con la Escuela Freudiana de París fundada por Jacques Lacan, abierta al análisis laico.
El problema de Oscar Masotta era responder a esta pregunta: ¿cómo un psicólogo podría convertirse en un psicoanalista? Tenía que analizarse, conocer la doctrina y su historia, controlar su práctica, integrarse en un proyecto de difusión y enseñanza.
Mientras tanto Oscar Masotta realizaba grupos de estudios donde no faltaban Ferdinand de Saussure, Claude Lévi-Strauss, Roland Barthes, Roman Jakobson y Emile Benveniste.
Por otro lado, la lectura de Sigmund Freud y Jacques Lacan, con referencias a Melanie Klein, Sandor Ferenczi y de los más diversos artículos que aparecían citados por Jacques Lacan.
En 1969 realiza un seminario en el Instituto Di Tella que será publicado como Introducción a la lectura de Jacques Lacan y se convertirá en el primer libro sobre ese autor escrito en nuestra lengua.
Ese mismo año realiza el primer “Congreso lacaniano”, en una quinta de Monte Grande, que será seguido de un II Congreso lacaniano en el Centro de Medicina de Buenos Aires.
En 1971 sale el primer número de Cuadernos Sigmund Freud y comienza a publicar, con Jorge Jinkis, la colección Los casos de Sigmund Freud. Realiza conferencias sobre psicoanálisis y en 1972 dicta el seminario “Edipo, castración y perversión”, en la cátedra de psicopatología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Esa vez no fue a buscar un título y una multitud de alumnos lo siguieron hasta sus cursos particulares.
En 1973 el Instituto Goethe y la Asociación Argentino-Alemana lo invitan a organizar el Homenaje a Sigmund Freud que se realiza en la Facultad de Medicina de la UBA.
Un año después, el 28 de junio de 1974, Oscar Masotta nos invita a firmar el acta de fundación de la primera escuela de orientación lacaniana que existió en los países de nuestra lengua.
La diáspora y el final
Oscar Masotta había encontrado una salida, se había convertido en un psicoanalista capaz de despertar en otros el deseo de llegar a serlo y había ido más allá de lo que el destino familiar tramaba para su vida.
Pero, como dijo Witold Gombrowicz, hay veces en que un país va para el lado opuesto al que deseamos. Si no se puede cambiar de país –como fue dicho– se cambia de conversación. Masotta cambió de país y siguió con la conversación que había encontrado en Jacques Lacan.
Junto a su mujer, Susana Lijtmaer, el mismo año en que fundó la escuela se instaló en Londres. Luego se trasladó a Barcelona, donde tuvo una hija y vivió hasta el fin de su vida.
En España realizó una intensa actividad de organización y enseñanza. Promovió la traducción de Jacques Lacan y publicó algunos libros más.
A treinta años de su muerte recordemos una reflexión de Oscar Masotta en una carta pública enviada a sus amigos: “Estuve pensando hace poco el destino de la literatura de quienes, como nosotros, sólo disponemos de los analistas como audiencia. Temible. Sólo tendremos lectores dentro de veinte años (un escritor de otro tipo puede fantasear a su audiencia en términos de cientos de años) si la banda que hoy nos lee se mantiene hasta mañana. Como se ve, mi lamelle no carece de motivos para inducir vuestra investigación. ¿Pero qué es lo que hace que una banda pueda articular las oscuridades de hoy en una ciencia del porvenir?”.
La banda se extendió, se organizó de diversas maneras, pero las oscuridades de entonces no se han convertido en las claridades del presente. Después de todo, se trata de metáforas y yo estoy recordando a un amigo.
Ahora, en ausencia de Oscar Masotta vale la pena citar lo que afirmaba sobre el estilo de Jacques Lacan en un momento en que para muchos era un obstáculo insalvable: “Se dirá: el mismo estilo cerrado, elíptico, juguetón, oracular, laberíntico de los Ecrits. Lacan contesta con orgullo que bastaron diez años ‘para que lo que escribo se torne claro para todos, lo vi con mi tesis en la que sin embargo mi estilo todavía no era cristalino’. Hay en Lacan, en efecto, una promoción de una cultura del oído y de la lectura, más que una vocación de los valores del texto y la escritura (...). Textos lagunares resultado del bien escribir que remiten a sus seminarios; a saber, el lugar desde donde Lacan habla. ¿Para quién? Para psicoanalistas en primer lugar, pero también para quien haya sabido, podido o querido leerlo”.
Está claro que Oscar Masotta a la vez que trazaba el recorrido de su salida particular sabía borrarse para promover la lectura de ese Virgilio que fue Lacan para la orientación definitiva de su vida.
(Para material detallado de Masotta y sobre Masotta: www.descartes.org.ar; link Masotta.)
04 septiembre 2009
Presentación del último libro de Germán García

(clic en la imagen para ampliar)
--Nosotros entre el presente y el futuro agregamos otra cosa, que tiene que ser el pasado, no podemos olvidar esto. Si agregamos un tercer término, agregamos el pasado. Pasado, presente y futuro. ¿Y cómo se enlaza el pasado con el futuro? Se enlaza por el presente, el presente puede ser el punto de discontinuidad o continuidad (...) es el acto lo que corta un pasado y un futuro. Para el sujeto que vive es el acto lo que, de golpe, hace caer cien años de su historia.
Entonces, ¿qué es un acto? Podemos decir que es aquello que cambia, que corta el pasado y el futuro. Si hay continuidad no hay acto, podemos decir que el sujeto es siempre pasado. El acto es discontinuidad temporal en un sujeto. Esto ocurre comunmente en los análisis, cosas que se arrastran de toda la vida pierden importancia, quiere decir que se ha producido un acto en el sujeto. Se dice entonces que hay una caída de las identificaciones.
Fragmento extraído de la clase del 11 de abril de 1987
03 septiembre 2009
COLOFON 29
¿SOBREVIVIR AL CONSUMO?
Julio 2009
Comité de redacción: Adriana Testa (Buenos Aires - Coordinadora), Carmen Alda (Barcelona), Gracia Viscasillas (Zaragoza), Marisa Alvarez (Madrid), Juana Planells (Valencia), José Angel Rodriguez Ribas (Sevilla), Jesús Ambel (Granada), María Cristina Giraldo (Medellín), Esmeralda Miras (Buenos Aires).ÍNDICE
Editorial
Por añadidura, Judith Miller
Economías de mercado y lazo social
El Otro que no existe y sus comités de ética [Jacques-Alain Miller. Curso en colaboración con Eric Laurent] Diana Antebi [EOL-Buenos Aires]
El objeto sin papeles. Miquel Bassols [ELP-Barcelona]
El capitalismo pulsional. Manuel Fernández Blanco [ELP- A Coruña]
El pánico y la confianza. Germán García [Fundación Descartes-Buenos Aires]
El orden pharmacon
Consumidores consumidos. Ernesto Sinatra [EOL-Buenos Aires]
O adicción o deseo. Silvia García [EOL-Buenos Aires]
Lo que engaña al plus-de-gozar
Cuerpos lacanianos: novedades contemporáneas sobre el estadio del espejo. Marie Hélène Brousse [ECF-París]
La comedia del consumo. Luis Darío Salamone [EOL-Buenos Aires]
La promoción del cuerpo artificio. José Ángel Rodriguez Ribas [ELP -Sevilla]
El trastorno por atracón o ¿la voluntad dominada? Francisco Burgos [ELP-Barcelona]
Clínica: la marcha del mundo en la vida
El (a)nalista. Adriana Testa [EOL-Buenos Aires]
La palabra, más allá de la protocolización. Guy Briole [ECF-París]
El niño del dinosaurio. Mercedes de Francisco [ELP-Madrid]
Un objeto a civilizar. Eric Zuliani [ECF-Nantes]
Siguiendo las pistas del objeto. El shofar Adela Aída Fryd [EOL-Buenos Aires]
Lecturas críticas
Sigmund Freud - Max Eitingon. Correspondance 1906-1939. Laura Sokolowsky [ECF-París]
Zygmunt Bauman. Vida de consumo. Esmeralda Miras [EOL-Buenos Aires]
Richard Sennett. La cultura del nuevo capitalismo. Gracia Viscasillas [ELP-Zaragoza]
Eloy Fernández Porta. Homo sampler. Tiempo y consumo en la Era Afterpop Carmen Alda [ELP-Barcelona]
Noticias de biblioteca: Bibliotecas de la FIBOL, lo común y lo particular. Jesús Ambel [ELP- Granada]
Extracto del EDITORIAL, "Por añadidura", Judith Miller
Una novedad en esta entrega de Colofón: una rúbrica propiamente clínica. ¿Por qué hablar de casuística en el Boletín de la Federación Internacional de las Bibliotecas de Orientación Lacaniana (FIBOL)? ¿Es un intruso? Pensarlo así sería olvidar que la FIBOL forma parte del conjunto del Campo freudiano, constituido por las Escuelas de psicoanálisis que reúne la Asociación Mundial de Psicoanálisis y por todas las instancias que ella vectoriza.
En este conjunto, la FIBOL sigue las trazas del interés de Freud y Lacan por las disciplinas que elucidan un aspecto u otro del mundo contemporáneo, contribuyen a sus inflexiones y constituyen la "opinión ilustrada". Algunos de sus aportes son específicamente preciosos para el avance de la doctrina analítica. En este múltiple interés, las bibliotecas del Campo freudiano anclan el lugar del psicoanálisis en la cultura y se inscriben en "la marcha del mundo", para continuar allí el combate de las Luces, renovado por Freud a partir de su invención. Es decir que la FIBOL se dirige particularmente a todo practicante concernido por las nuevas formas que toma el sufrimiento de los seres hablantes en un mundo en plena mutación, y, en primer lugar, a los psicoanalistas mismos.
Esta finalidad toma, entonces, dos vertientes. Una de ellas, contribuye a su formación, que reside ante todo en la experiencia de su análisis personal, pero también en el estudio de los desarrollos de la doctrina analítica y de sus disciplinas afines. La otra, participa en la inscripción de la voz del psicoanálisis en la vida cultural, tan a contracorriente como lo es el discurso analítico.
"A contracorriente" no significa que el discurso analítico sea un discurso nostálgico de tiempos pasados en contraposición al "progreso" actual de las ciencias. Más bien indica que lejos de ser obsoleto, el descubrimiento freudiano inauguró un lazo social nuevo que, por su sola existencia, modifica el estatuto de los otros tres que Lacan formalizó.
En ello radica una de las razones que explican la agresión de la que hoy en día el psicoanálisis es objeto, que se manifiesta de modo frontal con medidas jurídico-administrativas (la famosa "enmienda Accoyer") o subrepticio (la omisión de su mención en los informes que se denominan científicos y de los que los Media se hacen cómplices).
Como cada quien lo sabe, el Campo freudiano derrotó a algunas de las embestidas asesinas de las que fue objeto de modo reiterado, tanto gracias a los Forums impulsados por Jacques-Alain Miller, en los que la opinión ilustrada hizo su defensa, como también a través de publicaciones tales como El anti-libro negro del psicoanálisis y, asimismo, gracias a las iniciativas ofensivas sobre el terreno mismo sobre todo la de los CPCT (Centros de atención psicoanalíticos).
Todo esto ya se ha conseguido y no debería ser olvidado en el momento en que aparece el Nº 29 de Colofón.
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