20 septiembre 2009

Presentación del libro “En torno a las identificaciones. Claves para la clínica” de Germán García. Otium Ediciones 2009.




Este libro es el resultado de un curso que Germán García diera en Tucumán durante el año 1987, en el marco de la Asociación de Psicoanálisis de Tucumán, pero su actualidad es sorprendente.
En efecto, recortado por dos grandes temas que son la identificación en psicoanálisis y la psicosis, el libro propone, a la vez un recorrido por numerosos temas que, nadie puede dudarlo, son la materia misma de la práctica del psicoanálisis.
Y me parece que esos temas centrales no podrían describirse y precisarse sin aludir —a veces como al pasar— por los puntos centrales de la formación del analista, a saber y sobre todo, el deseo y el acto del analista, cuestiones que se desprenden de los textos de Sigmund Freud y Jacques Lacan y que son decisivas para entender qué se jugaba en Tucumán en aquellos tiempos, pero que, al mismo tiempo, constituyen el eje por donde transcurre todo análisis.
Quienes asistimos a este curso, vemos al recorrer las paginas de la cuidada edición de Otium, reaparecer muchos momentos de esa experiencia, cuya pérdida, nos convierte en los practicantes del psicoanálisis que hoy somos.
Recuerdo —para mi sorpresa personal— que esta última expresión, que escuché por primera vez a Germán, funcionó para mí como una cuidada interpretación. Ser analista ya no se trataba de una cuestión del ser (como el inexperto metafísico que entonces era había creído) sino que era una práctica, “un cierto tratamiento de lo real por lo simbólico” como afirma J. Lacan en el Seminario XI y no un estado, una genealogía, ni ninguna carta de nobleza, sino mas bien un “saber hacer” pragmático, que se guiaba por los principios de un saber expuesto, razonado y discutido.
Esto es claramente algo que verán todos los que acudan a este libro: Germán García no sólo no es un infatuado, sino que también se coloca con generosidad en cuanto a fundamentar, compartir, y discutir (a veces duramente) un saber. Ese saber está sostenido en referencias explicitadas y declaradas. No en vano el índice de autores mencionados acumula mas de 130 menciones, aparte de Freud y Lacan, de metafísicos, sociólogos, filósofos, científicos, lingüistas, cantores populares y políticos.
Porque el saber no es sagrado, Germán se mueve entre esas referencias con una comodidad irreverente que, sin embargo, sabe sacar las consecuencias de muchos enunciados articulándolos en una lógica que, aunque se vale de la lógica formal, sin embargo responde sin dudarlo a lo que Miller ha llamado “lógica del significante”, es decir, un modo donde nuestros decires, mas que nuestros dichos, van situando la posición que, como sujetos, sucesivamente ocupamos.
Como afirma el mismo Germán en el libro: “El mundo es muy roussoniano” destacando la inocencia supuesta de la infancia, que se ve obligada a transformarse en opacidad subjetiva por un suceso del que nadie quiere acordarse. Esta concepción, tan agudamente anotada, era una advertencia para quienes nos planteábamos formarnos como practicantes del psicoanálisis en aquellos años. Se trata —continúa Germán— de advertir la paradoja “que lo que se vende como liberación es en verdad una represión absoluta”. Afirmaciones de este tipo aniquilaban nuestra supuesta inocencia, la que se expresa en “no poder”, “no saber”, “no estar advertido” y nos precipitaban a la dimensión del deseo, donde nada es gratis pero tampoco es fácil.
Agradezco a Germán, en nombre de todos los que escuchamos de verdad esas palabras, haberlas dicho, en ese momento.
Mas allá de los temas de curso, que son muchos y variados y que explican con toda claridad no exenta de buen humor, los conceptos de Freud, Lacan, Levi Strauss, J.-A. Miller y tantos otros, lo que me gustaría destacar es la enunciación de los mismos. Ese atractivo de la enseñanza oral que muchas veces se pierde en el momento de su publicación, aunque de ellas siempre quedan rastros en lo escrito.
Se ha dicho (lo ha hecho J.-A. Miller) que en Germán, su agalma, su atractivo escondido es el apetito que “lo hace estar siempre despierto, de tal manera que uno se siente a veces muy lento al lado de Germán García y creo que ese apetito es cierta voracidad que a veces hace que las personas teman ser devoradas, produciendo, en ciertos casos, movimientos de rechazo, de alejamiento”.
Debo manifestar un cierto desacuerdo con Miller: esa idea tan maternal de una devoración nunca me pareció muy precisa.
Por el contrario, quienes abran este libro, verán otra cosa. El orden de desarrollo de las cuestiones, las preguntas pertinentes, la falta de cuidado para evitar digresiones, el gusto por el detalle y las síntesis deslumbrantes (los famosos esquemas que se van desplegando a lo largo de todo el libro) marcan, me parece, el devenir de alguien que ya no tiene hambre, sino que se deleita con lo que expone, sin que eso afecte la claridad ni la lógica de la exposición misma.
Y, para terminar, ¿qué decir de nosotros, los que lo escuchábamos en esa época?
El efecto que causó —a pesar de las inevitables deserciones, no somos todos los que éramos, ni estamos todos los que fuimos—, es que no sólo a través de su enseñanza, sino también de esa actividad mas escondida y silenciosa que es un análisis, nos precipitó (en algún tiempo de manera un poco manierista) a situarnos como practicantes del psicoanálisis a secas y, en algunos casos, a terminar eso que habíamos empezado por aquella época.
Encuentro en este curso, rastros de esa causa que Germán ha sido para algunos de nosotros, encuentro su claridad para plantear los problemas, su generosidad para desarrollar sus soluciones. Encuentro asimismo, que, acogiendo lo más real que nos habitaba, Germán, supo transformarlo en una manera de moverse en la vida que en cada uno se manifiesta de manera singular.
Hay otra afirmación en ese libro que me gustaría recordar. Dice Germán: “Entonces, ¿qué es un acto? Podemos decir que es aquello que cambia, que corta el pasado y el futuro”.
Y, en verdad, si observamos las caras y expresiones de los jóvenes presentes en esta mañana, si vemos a los asistentes a los cursos de la Asociación Freudiana de Psicoanálisis, del Instituto Oscar Masotta, a los que trabajan en Atención Analítica, y en la Editorial Otium, entendemos que, retroactivamente, un acto de enseñanza se ha producido.
Espero que al leer este libro descubran, como yo mismo lo hice, que no convoca a ninguna nostalgia, sino a situarnos en el presente, con un deseo decidido por venir.

Ricardo Gandolfo
Tucumán, 12 de septiembre de 2009.