18 julio 2020

Boletín Al-a-limón N°4 Silvia Ons



 

     Angustia social


     Ante la situación actual de esta pandemia tan abarcativa a nivel planetario y  omnipresente, me parece interesante evocar lo que Freud llama “angustia social”(1). No es casual que se haya referido a ella luego de la primera guerra mundial, guerra que no vio de lejos, ya que ella atravesó su vida: sus tres hijos participaron en las acciones bélicas, durante años su práctica como analista se vio condenada a la ruina y Sophie, la hija favorita murió a causa de su vulnerabilidad a la infección provocada por los desastres. En ninguna otra contienda en el mundo hubo una matanza semejante a la de Verdún entre los años 14-18. Su valor traumático se recorta aún más si se piensa en su acontecer luego de lo que se llamó el siglo de las delicias y también “du grand ennui”, del gran aburrimiento, del gran tedio y de la gran prosperidad de la clase media. 
 Hoy, podemos decir que el valor traumático de esta pandemia  que nos toca vivir,  es la de emerger en la era del cálculo, de la planificación, de la creencia absoluta en la ciencia y en los ideales del mundo globalizado. Pero así como para Freud la guerra no solo le ha confirmado la importancia de la agresividad(2)  sino que lo ha llevado a la teorización de la pulsión de muerte, el real que nos acecha en la actualidad  demuestra  la fragilidad del neoliberalismo, la inconsistencia de los líderes mundiales y lo ilusorio de los imperativos de un goce sin límite. 
        Freud consideró al pánico como un tipo particular de angustia que no dudó en llamar “social”. La gran originalidad de Freud no consistió en leer tal devastación como localizada solamente en el trauma proveniente del exterior, sino en advertir que dicho trauma libera en los sujetos un quantum pulsional interno indomeñable. Es decir que el peligro no es solo el que emerge de afuera sino, el que tiene por causa impulsos , que brotan de manera inédita y que han sido desencadenados por la amenaza reinante. El pánico así hablaría de un estado en el que el sujeto está inerme frente al peligro exterior e interior. Vale aquí mencionar que Pan (Πάν, todo en griego) era el dios de la naturaleza y también el del exceso, y que por ello tenía semejanzas con Dionisio en lo relativo a la desmesura. Así hoy encontramos esos extremos que van desde aquellos que organizan fiestas o bailes públicos como si nada pasase, hasta otros para los cuales ningún reaseguro es suficiente.
  El trauma siempre perfora los semblantes, hiere nuestras creencias, aguijonea nuestras defensas pero también…enseña. Las atrocidades de la primera guerra mundial marcaron no solo la vida de Freud, sino a su propia teoría. Ella-dijo- había degenerado en un conflicto más sangriento que cualquiera de los anteriores y había producido un “fenómeno prácticamente inconcebible”, ese estallido de odio y desprecio al enemigo. 
Sin embargo a Freud, los horrores de la contienda  le aportaron también saber para la vida,  fue justamente en uno de sus trabajos sobre la guerra que, siguiendo el adagio latino dijo: “Si vis vital para mortem” (“Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte”)(3) , anunciando así que tal preparación es requisito y no obstáculo, de vivificación. Quedará por ver que nos enseña esta pandemia, cabe recordar que fue Kierkegaard(4)  quien se refirió a un aprendizaje por la angustia.
Silvia Ons     
      

1  Freud, S.,(1976) “Psicología de las masas y análisis del yo”, Obras completas, trad. José Etcheverry, T. XVIII, Bs. As., Amorrortu editoresFreud, S.,(1984)
2 “Carta al Dr. F Van Eeden”.Obras completas, trad. José Etcheverry, Amorrortu Editores T XIV Bs. As, p.302Allí Freud le dice a su amigo que la guerra le demuestra que “los impulsos primitivos salvajes y malignos de la humanidad no han desaparecido, sino que persisten reprimidos en el inconsciente y esperan la ocasión propicia para desarrollarse”121
 3 Freud, S.,(1976) “De guerra y de muerte”, en Obras completas, t. XIV, Buenos Aires, Amorrortu, 1976,p. 301
 4 Kierkegaard,S., (1984) El concepto de la angustia ,Orbis, Madrid, p.191 



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Mauricio G. Castro