02 marzo 2009
Seminario Clínico
Comentario de una clase.
Angustia y neurosis obsesiva, a partir de los capítulos XXI y XXII del Seminario X La angustia, de Jacques Lacan. Clase dictada por Andrea Blasco, docente de la provincia de Jujuy, el día 13 de septiembre de 2008, en la Facultad de Derecho de Tucumán.
Los últimos cuatro años de trabajo, que se iniciaron con la lectura de Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis los dos primeros, concluyen con estas clases centradas en el final de La angustia. Si integramos en esta secuencia ciertos pasajes de La ética del psicoanálisis, que necesariamente debió ser evocado más de una vez, vemos que nuestra tarea, a pesar de la complejidad y del esfuerzo que esta requiere, es un lujo al que muy pocos pueden acceder. Digo: reflexionar sobre un ámbito al que hasta ahora solo se podía acceder por medio de Los ejercicios espirituales, pero esta vez por medio del ejercicio de la razón.
Las intervenciones de Andrea Blasco, su voz clara, avanzaron por medio de definiciones hasta ese punto de efracción que permite pasar del objeto del deseo al objeto causa. Lo que nos era conocido, el filósofo y su sistema vistos como una obsesión, nos permite captar ahora la manera en que el obsesivo se introduce en la maraña de su pensamiento y mantiene los procesos de aislación. Vemos incluso que el desarrollo de La angustia también procede por medios de saltos, dislocaciones cuyos argumentos no son evidentes de modo inmediato. Es preciso entonces arriesgar definiciones, ante la posibilidad de perder lo que no se puede captar de otro modo.
Transmito el modo en que Andrea Blasco instaló sus definiciones, tratando de mostrar entre sujeto y predicado la función de un resto en el lugar donde habitualmente situamos el verbo. Así, las contantes referencias al objeto del deseo y al objeto causa le permitió situar al primero es su aspecto de degradación, como el desecho que reconocemos en el objeto anal; con el objeto causa, ya fuera del principio del placer, se revela el efecto directivo de lo extraño. Lo curioso de este último punto es que el objeto causa, al ser él mismo toda la extrañeza que se puede introducir en la vida de alguien, sea identificado –el término no sería correcto al tratarse de una atopía, con la función del analista.
Otro punto de interés es el haber hecho notar Andrea Blasco que tanto la extrañeza de la causa como la función del analista están veladas por el fantasma; la secuencia es esta: significante hiancia objeto.
Otro punto importante (del que quizá depende el futuro del análisis de la obsesión) es la reiteración con que Andrea Blasco ha dicho que el obsesivo tiene una relación inacabada con su síntoma: “…para trabajar con el obsesivo es necesario que el sujeto se ubique con su síntoma, que pase a formular que lo que hace es por algo, que hay una causa que hace que él reaccione de esa manera…” En el mismo tono las consideraciones sobre el uso de la defensa, lograr que el sistema defensivo se rompa sin llegar a activarse, por medio del equívoco y del uso de los fenómenos laterales ligados a la transferencia.
En su conjunto el tratamiento de estos capítulos, según mi impresión, estuvo ordenado por la oposición entre la trama de la obsesión y el objeto que es necesario retener o evacuar, siempre siguiendo de reojo la pulsación de la demanda.
En lo que podemos llamar la segunda parte de su exposición Andrea Blasco desarrolló La pirámide obsesiva, según dijo un libro de Juan Carlos Indart. Con el mismo estilo de las definiciones las explicaciones surgieron de manera ordenada. Me pareció por momentos que lo esencial de la obsesión estuviese ya dicho en El estadio del espejo: la evitación, el aislamiento, los relámpagos entre el yo ideal y el ideal del yo, el ofrecerse como garante del Otro mientras deposita su corazón en otro lado… evitar el encuentro con la cifra de su destino mortal. Resulta evidente que en el azogue del Estadio del espejo es la estructura de la obsesión, y me parece que Andrea Blasco lo demostró muy bien. Otro eslabón que hemos reconocido (ya se dan cuenta que ninguno de los asistentes había leído la obra) es la organización de los fenómenos clínicos a partir de la noción de defensa: la angustia, la duda, la procastinación, la desafectación… el borramiento de la huella de la división subjetiva.
Una tercera parte, improvisada, estuvo sostenida en la pregunta ¿cómo se analiza la obsesión? Los comentarios numerosos dejaron en claro que aún no está todo dicho, y que la obstinación y sus equivalencias pueden llevar el análisis a la demostración de su imposibilidad. No está nada mal.
La fecha de hoy me permite introducir un comentario sobre lo que pasó en Tucumán: Mi agradecimiento para quienes hicieron el esfuerzo de sostener un programa muy difícil; confío en que esa caridad sabrá encontrar sus destinatarios: il est bon d’être charitable…
San Miguel de Tucumán, 12 de febrero de 2009.
Luis Manuel Seiffe