30 junio 2009

Hacia la sexualidad femenina

Reseña de la primera clase del Seminario Clínico 2009, en el CID-Tucumán, a cargo de Angélica Marchesini.
18/4/09

A. M. comienza refiriéndose al Programa pensado para este año, en términos generales, el cual se basa en diferentes escritos de Lacan, que dilucidan las obras de Freud. Los textos de Lacan son respuestas a textos freudianos. Son respuestas a los límites de Freud. Desarrolla el tema analizando diferentes puntos y párrafos del texto Ideas directivas para un congreso sobre la Sexualidad Femenina (1958) que Lacan lo expone en una conferencia en Ámsterdam (1960). En cada punto hace referencias bibliográficas que justifican y amplían sobre el particular. Lo sitúa históricamente; al respecto destaca que el tema de la sexualidad femenina dividió al movimiento psicoanalítico en 1920, o sea 40 años antes. Que luego se retoma y se cierra nuevamente en 1934. Por lo tanto Lacan se interroga retomando los textos de Freud, de los post-freudianos y de las mujeres psicoanalistas, como así también desde el saber médico (anatomía, fisiología, genética, etc.) para acceder finalmente a su propia concepción sobre el tema. El texto de Lacan se centra en la noción de SER MUJER, en la condición femenina: lo ha llamado Hacia la sexualidad femenina, porque implica un recorrido, no es algo natural. Nacer biológicamente hombre o mujer no determina el posicionamiento sexual, sino que se trata de una decisión, de una asunción por parte de ese sujeto de su sexualidad, tanto del lado hombre como del lado mujer. Dice Lacan que el hecho de que el lenguaje se instale entre el hombre y la mujer imposibilita una relación natural entre los sexos, no es una cuestión de naturalidad.
En este punto M. hace referencias a dos textos de Freud: “Tres ensayos…” y “Organización genital infantil” en los que Freud entiende la sexualidad desde la primacía del falo. Habla de una libido única masculina humana. Sostiene que en el estadio infantil la niña ignora la existencia de la vagina y le atribuye al clítoris un papel homólogo al pene. En función de esta simetría el complejo de castración no se organiza de la misma manera, éste está fundado sobre la represión paterna. Los post-freudianos van orientándolo progresivamente hacia la frustración proveniente de la madre. Lacan se pregunta qué es lo propiamente femenino. Va a decir que No hay relación sexual, que define como que no habría una relación con el otro de manera complementaria, porque el lenguaje propicia el malentendido entre los sexos, entonces aunque se aspire a una relación con el otro no es algo natural sino que PASA POR UN ARTIFICIO. Cada uno va a tener que inventar ese artificio para poder acceder al otro. Mucho dice Freud y lo retoma Lacan sobre el encuentro sexual que tiene un matiz traumático. En cómo fue el primer encuentro con la sexualidad, deja marcas a veces indelebles. En el camino de la sexualidad de cada uno habría puntos de detención o fijaciones sexuales, que van a estar presentes y van a ser las condiciones en las que cada uno va abordar al otro en el momento del encuentro sexual. Entonces a la hora de elegir el partenaire va a tener que ver con estas fijaciones que quedaron atrás en la historia sexual de cada uno. En este punto hace referencia a J.-A. Miller quien en El aparato de psicoanalizar, dice que se descubre que hay ciertos encuentros en la vida de cada quien que fueron dejando algo inscripto para el sujeto: para todo sujeto hay encuentros contingentes determinantes para lo que viene después y que definen o condicionan una repetición. Para M. hay encuentros contingentes que tienen que ver con el azar que actúan a modo de fijación que se inscriben en marcas indelebles (Freud) que se fijan como modos de goce, que se incorporan a la cadena significante. Esto se debe tener en cuenta en la clínica.
Por último A. Marchesini propone la formación de pequeños grupos de trabajo en los que se puedan investigar temas que han quedado como interrogante.

Liliana Muro